La Segunda Revolución Industrial
El periodo de la Segunda Revolución Industrial comprendido entre 1850 y 1895 se caracteriza por dos rasgos principales: a) una notable aceleración del progreso tecnológico que da origen a una nueva relación entre ciencia y técnica y b) una creciente concentración dentro de la organización del sistema capitalista.
Progreso tecnológico. En el sector metalúrgico, el descubrimiento esencial fue el convertidor Bessemer, capaz de producir acero con bajo costo y alta rentabilidad. Comenzaron a elaborarse colorantes artificiales, productos farmacéuticos, perfumes, materias plásticas sintéticas, sustancias para conservación de alimentos, etc. Las fuentes de energía propias de esta nueva fase de la industrialización fueron: la electricidad y el petróleo, que representó la segunda gran fuente de energía al sustituir la máquina de vapor movida por carbón, a cambio del motor de gasolina, factor decisivo para el nacimiento del automóvil, a fines del siglo XIX.
La navegación aérea inició con el desarrollo de los dirigibles y experimentaría un empuje notable cuando a partir de 1903, se iniciaron los vuelos del aeroplano impulsado con motor de gasolina. Otro invento de enorme trascendencia fue la fotografía. La agricultura también experimento un notable progreso, unido a las necesidades alimenticias de la creciente población y a la aplicación de maquinaria y de abonos químicos a las siembras.
El taylorismo fue un sistema creado por Frederick W. Taylor que realizó un estudio sobre la organización científica del trabajo, con el postulado de que el trabajo debería medirse de acuerdo con una relación proporcional entre las normas de producción de la empresa, el tiempo medido en horas hambre y los salarios que habían de pagarse a los obreros.
El monopolio capitalista consiste en una situación de mercado en la que la producción y venta de un artículo están dominadas por una sola empresa, cuyo poder económico le permite absorber a los competidores.
Entre 1850 y 1895 se presentó en las economías capitalistas un fenómeno de concentración del capital y de la producción de manera que el número de empresas disminuyo mientras que la producción creció considerablemente.
La concentración monopolista se dio también en el sistema bancario al producirse la fusión del capital bancario industrial.
Para comienzos del siglo XX, los grandes grupos financieros de las potencias accidentales controlaban todo el mecanismo de la economía capitalista al centralizar capitales e ingresos monetarios. Fue entonces cuando empezó a cobrar mayor importancia la alianza entre los banqueros y los grandes empresarios, que fusionaron ambas capitales, el bancario y el industrial, mediante la adquisición de acciones de las empresas por parte de los banqueros, o bien ocupando puestos directivos en la administración de las mismas.
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